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Los accidentes de tráfico en los que esté implicado transporte sanitario no son frecuentes, pero sí golpes, agresiones y estrés. A veces, se pueden evitar.
María R. Lagoa. Madrid
Dom, 01/05/2022 - 08:00
 

Los accidentes de tráfico son una contingencia asociada al trabajo que hacen los profesionales que asisten en vehículos de emergencias. Sin embargo, no son frecuentes; los conductores de ambulancia y los pilotos de helicóptero tienen formación específica y los protocolos de seguridad son claros. “Todos somos conocedores de que el trabajo en la vía pública hay que hacerlo con botas de seguridad y colores de alta visibilidad. Y sabemos que hay que aparcar el vehículo o aparcarlo mal, por ejemplo, en las autopistas invadiendo el carril para obligar a los coches a que se desplacen al otro”, aclara el jefe de la Base Medicalizada de Orense de la Fundación Pública Urgencias Sanitarias de Galicia-061, David Sánchez Campos.

 

Saber hacer un buen triaje
ayuda a gestionar el estrés
cuando es urgente atender a
varios pacientes

 

Según su testimonio, se pueden producir roturas de ligamentos de rodilla o fracturas de brazo, pero las consecuencias más frecuentes son leves: hematomas o esguinces. “Las ambulancias son de los pocos vehículos que pueden llevar pasajeros en posición transversal y, a veces, puedes parar la ambulancia y otras no”, razona Sánchez. Los profesionales tampoco suelen ser descuidados, pero, de nuevo, mandan las necesidades del paciente y la obligación de actuar con rapidez: “Dejamos al paciente listo antes del traslado y nos ponemos el cinturón, pero, a veces, tienes que levantarte varias veces y otras tienes que ir de pie todo el tiempo”.
 
Lo cierto es que es prácticamente imposible evitar los golpes al cien por cien. Sin embargo, hay algunos consejos útiles que transmite el experto: “Hay que ir apurado pero intentar no correr. Es más fácil tener un traspiés si vas corriendo que si vas apurado. También hay que llevar siempre los equipos de seguridad”.

 

El estrés es otro riesgo que deriva de este tipo de trabajo: “El estrés es por tener que trabajar rápido y el que te llevas a casa de ver algo feo”, destaca. La recomendación para manejar el estrés vinculado a su cometido es el triaje: “Cuando tenemos varios pacientes, hay que poner orden y triar en función de su gravedad”. Para aliviar la ansiedad secundaria lo mejor es el diálogo dentro del grupo y, si no es suficiente, pedir ayuda psicológica externa.
 
También es obligada la formación continuada a través de cursos y actualizaciones que permitan a estos sanitarios estar al día.
 
 
Riesgo de ser agredido
 
Por último es bueno tener una buena forma física, pues aporta seguridad y un mayor dominio psicológico: “No hay que estar cachas, pero tener un fondo físico. Por ejemplo, debo poder subir una pendiente con agilidad y no hacerme daño”.
 
Asimismo, se pueden enfrentar a otros riesgos, como las agresiones, ya sean de pacientes psiquiátricos descontrolados o familiares que estiman que la atención no es adecuada. Las bases de emergencias disponen de protocolos si se detectan indicios de agresividad, en cuyo caso se espera a las fuerzas de seguridad. Si se trata de una situación inopinada, lo mejor es mantener la calma: “Si puedes salir, hay que hacerlo y avisar a la Policía. Si no se puede, no hay que enfrentar al agresor ni llevarle la contraria, mejor intentamos calmar los ánimos, manteniendo una actitud y lenguaje tranquilos”.