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«A los niños no vale con vigilarlos solo desde la arena o el bordo de la piscina, hay que tenerlos la un brazo de distancia»

La supervisión directa la menores es fundamental. ROBERTO BARCALA

La Universidad de Vigo y el 061 crean el primero censo oficial de ahogamientos en Galicia. Los investigadores avisan de que «los manguitos no soy sinónimo de seguridad, y los flotadores redondos son un verdadero peligro»

En España, hasta la fecha, no existe ningún registro oficial de ahogamientos. A pesar de suponer una de las primeras causas de muerte no intencionada a nivel mundial y, concretamente, una de las tres primeras entre niños, no existe una estadística oficial estatal a la que acudir para saber cuál es la dimensión exacta de este problema sociosanitario.

Segundo la última actualización del Informe Nacional de Ahogamientos (INA) elaborado por la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo, en lo que va de año 2021 murieron 90 personas por ahogamiento. En concreto, Galicia concentra el 7,8 % de los sucesos, la quinta comunidad más afectada, por detrás de Andalucía, Valencia, Cataluña y Canarias.

«Nuestra mayor preocupación basándonos en los últimos datos es que, aun siendo aún mayores de edad el grupo más afectado, hay un repunte importante de muertes en espacios acuáticos en menores», apunta Francisco Cañería, director de Prevención y Seguridad. «Hay que tener en cuenta que detrás de cada uno de esos niños hay un adulto responsable detrás», recuerda. Aun así, insiste en que los datos que maneja la Federación son orientativos, pues se basan en los sucesos publicados en la prensa. Así, reclama la necesidad de estadísticas oficiales accesibles y que se actualicen con la mayor brevedad posible, pues «debería ser una labor pública obligatoria».

Ahora, está llevándose a cabo una investigación pionera en España. A través de una actuación conjunta de cooperación entre el equipo de investigación en Rendimiento y Motricidad del Salvamento y Socorrismo de la Universidad de Vigo y el 061, que puso la disposición del equipo investigador su registro de asistencia sanitaria, el objetivo es conocer cuál es el mapa real del ahogamiento en Galicia. Roberto Barcala, coordinador del plan, explica que esta iniciativa pretende «identificar cuáles son los perfiles de las personas que se ahogan, cuando, donde y como». Así, este estudio tiene en mente a los ciudadanos, «tanto para mejorar su asistencia como para diseñar campañas de prevención más concretas y eficaces», añade Patricia Sánchez Lloria, médica del 061 que también colabora en la investigación.

Los primeros resultados arrojan luz sobre los niños y determinan que el principal escenario de ahogamiento entre menores de seis años es en piscinas particulares entre las 15 y las 18 horas. Según Barcala, esto ocurre porque «es una franja horaria en la que los padres se despistan, es el momento de la siesta o están de postre y puede parecer que en casa no hay riesgo», explica. «¿Cuantas piscinas particulares tienen cierre perimetral? Muy pocas. Si te despistas un momento pero tienes una valla, proteges a los menores», añade.

En este sentido, es importante puntualizar que ahogamiento no implica muerte. Es más, en el 54,3 % de los casos estudiados las testigos realizaron maniobras de RCP, lo que puede estar relacionado con una relativamente baja tasa de incapacidades graves: el 93,3 % de los afectados se recuperaron favorablemente, sin secuelas, mientras que el 2 % ahora padecen distintos grados de discapacidad.

De los casi 100 niños atendidos, el 54 % precisaron de la administración de oxígeno suplementario y el 18 % necesitaron ventilación mecánica, así como el 56,6 % tuvieron que ingresar en Unidades de Cuidados Intensivos pediátricos.

Para evitar estos accidentes, hay que vigilar siempre a los menores en el agua y bañarse con ellos. «No valle verlos desde la arena o el bordo de la piscina, hay que tenerlos la un brazo de distancia», asegura Patricia Sánchez. La profesional del 061 recomienda el diseño de campañas para la prevención del ahogamiento infantil incluso en las clases de preparación para el parto, pues «los niños se ahogan hasta en las bañeras, en el tiempo de atender el teléfono o buscar una toalla». A esto, añade que «los manguitos no soy sinónimo de seguridad y los flotadores con forma de donut son un verdadero peligro. A lo mejor parece exagerado, pero los chalecos salvavidas que llevan una tira entre las piernas son el elemento más seguro».

La prevención frente a espacios acuáticos consiste en pequeños gestos que deben integrarse en el ideario colectivo. «Tan sencillo como pórse el casco al montarse en una moto o abrocharse el cinto antes de arrancar el coche, acciones que hacemos casi por inercia y que pueden llegar a salvarnos la vida», cuenta Barcala, quien tiene la suya propio mantra: «Se bebes, no conduzcas, pero tampoco te bañes». El alcohol es posible detonante en muchos ahogamientos, sobre todo entre adolescentes, cuyas estadísticas demuestras que son más propensos a ahogarse en playas.

 

Además, según los datos recopilados por la Universidad de Vigo, el 95,7 % de estos accidentes se dan en primavera (18,3 %) y verano (77,4 %). Esta temporalidad no favorece la sensibilización, por lo que los investigadores llevan a cabo iniciativas como la creación de un equipo de «ángeles» a través de Ángeles, un programa para enseñar técnicas de reanimación en escuelas gallegas. O la creación del primero asistente de voz capaz de dar indicaciones para realizar una RCP desde cualquiera dispositivo, un héroe necesario ?aún en versión beta? que nos ayudará a salvar vidas en nuestro día a día.

La importancia de saber hacer la reanimación cardiopulmonar: «Todo el mundo debería conocerla»

La labor de los investigadores y profesionales del salvamento y socorrismo supone una lucha contra el desconocimiento. Desde la dirección de Prevención y Seguridad de la Federación difunden cuatro principios básicos: «conocer el entorno, no bañarse nunca solo, que haya servicio de socorrismo y vigilar siempre la menores y mayores». En una línea parecida, el equipo de Roberto Barcala mantiene estas recomendaciones, a las que añade educar a la comunidad «para que se asuma como un problema real de salud pública» y, en caso de incidente, «alcanzar, tirar y no ir». Dicho de otro modo, se trata de «lanzar algún elemento flotante, avisar a los servicios de urgencia y no intentar el rescate si no se es profesional». El investigador asegura que «está demostrado que en los incidentes de múltiples víctimas muchas veces a segunda es una testigo. Entiendo que es muy difícil ver a un familiar ahogándose y no intervenir, pero tenemos que concienciarnos de que supone un verdadero peligro y el mejor es buscar ayuda profesional».

Con todo y por desgracia, no hay servicios sanitarios en todas partes ni llegan tan rápido como a veces haría falta. Por eso, estos expertos defienden que «todo el mundo debería conocer la reanimación cardiopulmonar, una técnica muy sencilla que puede salvar vidas».

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